Comenzamos un nuevo día con la incertidumbre de si se suspenderán las clases por la alerta de tifón, ya que ayer no dejó de llover. Gracias a Dios, por la mañana el único rastro del diluvio eran los animales que se debieron escapar del arca: el camino a la iglesia regado de sapos, un gato paseándose por el retablo de San Antonio, pájaros volando de una ventana a otra durante la misa, y alguna rata...
La providencia de nuevo cuida de nosotras y la lluvia respeta el día de la grabación del lipdub. Ya teníamos todo organizado por escenas, con el tiempo asignado a cada grupo, pero es admirable lo bien que han respondido tanto los niños como los profesores, porque les hemos traído al retortero toda la mañana y han tenido muchíiiiiiiiisima paciencia. Sin ensayos previos, escuchaban con atención lo que tenían que hacer en la escena y aguantaban como campeones todas las tomas que tuviéramos que repetir, sin que decayera el ánimo. Nosotras nos hemos dado el palizón yendo y viniendo, subiendo y bajando, cantando y bailando, pero ha merecido la pena, porque ha quedado genial. ¿A que ya tenéis ganas de verlo? Pues aún os va a tocar esperar, porque el estreno será el día que nos vayamos de Bacolod, como despedida.
Como premio a la jornada maratoniana, nos hemos ido con nuestra guía favorita, May Ann, a conocer más lugares típicos de Bacolod.
La primera parada ha sido en el antiguo ayuntamiento, donde hemos podido ver de cerca el traje típico de la fiesta más importante de Bacolod, la masskara, que se celebra en octubre.
Después nos hemos ido a tomar nuestro postre favorito, el Halo - Halo, pasando por la Calle de Burgos. Es que Burgos... ¡es mucho Burgos!
La última parada ha sido en el nuevo ayuntamiento. ¡Qué lugar tan bonito! Allí, por si no hubiéramos tenido suficiente con el movimiento del lipdub, nos hemos unido al un grupo que estaba bailando zumba frente a la fachada, mientras que otras hubiesen preferido unirse al que estaba recibiendo masajes. Este grupo tenía la peculiaridad de que los masajistas eran todos ciegos.
Hemos regresado agotadas pero muy contentas y agradecidas por todo lo conocido y compartido.
Al llegar a casa, hemos conocido a Sister Mary Rose, de la comunidad de Quezon City, que ha venido para acompañar a su padre enfermo.
Y, para terminar el día... ¡partida de parchís! que, con esto de que siempre ganan las mismas, ya se está convirtiendo en un deporte de riesgo...
Me están enamorando de esa ciudad, a ver si pido destino para esa tierra. Dios siga bendiciendo y multiplicando en amor y sonrisas la semilla que siembran en esa hermosa ciudad.
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