martes, 10 de julio de 2018

MISIÓN IMPOSIBLE



Comenzamos un nuevo día en nuestra misión de Bacolod, unas más temprano que otras, ya que los gallos siguen siendo excesivamente madrugadores por estas latitudes. Hoy, por primera vez, amanecemos con sol, y nuevamente, participamos en la eucaristía del seminario.
Seguimos con nuestra inculturación gastronómica, probando el tocino filipino en el desayuno, y tratando de coger fuerzas para compensar el cansancio por el sueño que a unas les llega demasiado tarde y a otras se les corta demasiado pronto.

Hoy hemos comenzado todas con nuestras clases de español. Durante 15 minutos, vamos rotando por las clases que nos han asignado para enseñarles contenidos básicos de español y, también, algo de nuestra cultura y alguna que otra canción.




¡Es impresionante lo cariñosos y educados que son estos niños! Y también muy generosos. Algunos de ellos traen snacks para vender durante el recreo y así poder comprar el ticket del comedor, pero a nosotras no paran de regalarnos todo tipo de dulces. Y no sólo dulces; aquí también les encanta hacer dibujos y cartas para decirles a sus profes cuánto les quieren.


Llega el momento de la comida… ¡y hacemos un hermanamiento!¡Olé el arroz filipino y pollo al curry con embutido! Y hoy, en vez de siesta, hay mudanza. Ruth y María se cambian a una habitación a prueba de gallos. Esperemos que así sea, por el bien de las dos… y de los gallos.

Por la tarde, al terminar nuestras clases, nos vamos con May Ann para intentar conseguir lo que se convertirá en misión imposible: ¡comprar un parchís en Filipinas! Nos montamos por primera vez en un jeepney, que es el medio de transporte más común aquí. 


De camino, podemos ir comprobando los contrastes que existen, a la vez que May Ann nos va mostrando algunos de los lugares más populares de la ciudad: la plaza, la catedral y el colegio en el que ella estudió. 




Así llegamos al Central Market, sin duda el centro comercial más grande que hemos visto en nuestra vida. ¡Qué barbaridad!¡Aquello era un laberinto!


Tratamos de encontrar el mundialmente famoso –menos en Filipinas- juego de parchís hasta en cuatro tiendas y lo máximo que conseguimos es comprar un dado. Para contrarrestar la decepción, Ana Rosa nos invita a probar halo-halo, un postre típico de Filipinas que lleva… ¡de todo! Sobre una base de hielo picado y leche evaporada, te puedes encontrar helado, pedazos de flan, de gelatina, de coco, de muesli, de otras cosas que éramos incapaces de identificar… y de habichuelas. Pues creed que, semejante mezcla, está deliciosa. Y si no lo creéis, venid aquí a probarlo. Eso sí, mejor os traéis un parchís en la maleta…




1 comentario:

  1. Os mandamos el parchís! Danos la dirección! Será por parchises!!!!!

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