El gallo nos despierta con su canto vespertino, con mas premura de lo habitual en este emocionante primer día de clases.
A
las seis de la mañana nos dirigimos a misa con las “sisters”, a la misma
iglesia del seminario que conocimos ayer; pedimos a María Inmaculada fuerza y
energía para afrontar este gran día, la cual nos espera en cuanto llegamos al
colegio en forma de desayuno energizante, compuesto por huevos fritos,
salchichas, arroz y deliciosas frutas. Así empezamos el día con la alegría que
esta ciudad bien llamada de las sonrisas se merece.
Y,
por fin, llega el momento de bajar a conocer a los niños del colegio, llenas de
nervios y muchísima ilusión. Verles a todos ellos esperando en fila, en
silencio y de forma ordenada ha sido muy impactante para nosotras,
acostumbradas a la energía desbordante que podían haber transmitido los niños
en España.
Bajamos
las escaleras sintiendo los ojos de los niños observándonos fijamente, se
centran en nuestras caras, tan diferentes a las suyas, les sorprende nuestro
color de piel y nuestra “gran nariz”, cuando llegamos al comedor (lugar elegido
para nuestra bienvenida en vez de utilizar el patio debido a la enorme cantidad
de agua que caía), nos encontramos con todos los niños sentados ordenadamente y
casi en total silencio.
Lo
primero, como todos los lunes, es rezar y, seguidamente, cantar el himno
nacional. A continuación, cantan el himno del colegio, ¡en español! Y sorprendentemente
todos los niños se lo saben, incluso los mas pequeños, lo cantan con orgullo y
emoción y con coreografía incluida.
Seguidamente
el profesor Reyan nos presenta micrófono en mano, haciendo que nuestra emoción
aumente por momentos. Lo hace una por una y los mas pequeños nos hacen entrega
de una preciosa medalla de bienvenida. Coincide que justo ayer hablábamos sobre
la emoción que los regalos producen y éste, sin lugar a dudas, es uno de los
mejores regalos que jamás hemos recibido.
Por
último, toca que nos presenten al equipo de profesores que forma el colegio,
todos ellos muy jóvenes y admirados por sus alumnos. Tendríais que haber
escuchado los aplausos llenos de cariño que regalaban a todos sus maestros. Este
gesto para nosotras, todas maestras, hace que cada vez nos sintamos mas
orgullosas de la maravillosa profesión que hemos elegido.
Nada
más terminar, subimos a las clases. El horario aquí es bastante diferente al
que tenemos en España. En kindergarden (infantil) comparten aula en diferentes
horarios los alumnos de 4 y 5 años: de 8h a 11h van los alumnos de 5 con Miss Mayra
y, después de la comida, los mas pequeños, de 12h a 15h con Sir Niño. La
primaria tiene los mismos cursos que en España, pero el horario también varía,
las clases empiezan a las 8h y terminan a las 16h, con 2 recreos y un descanso
de una hora para comer. Y en el high school (secundaria), como en primaria.
A
todas nos sorprende lo educados y aplicados que son los alumnos en las aulas, siempre
saludan con una reverencia y dando los buenos días a cada profesor que entra. Al
salir siempre dan las gracias al maestro y le despiden hasta la siguiente
clase. También los alumnos se encargan de limpiar el aula y de que se rece al
empezar cada clase.
Ruth
se encarga de acompañar las clases de kindrgarden, Enci del primer al tercer
grado de primaría, María del cuarto al sexto grado de primaria y Ana Rosa de secundaria.
Cada día acompañaremos a un curso y les enseñaremos español. Hoy hemos tomado
contacto con nuestros alumnos de estas tres semanas y hemos podido observar que
tienen gran facilidad en aprender idiomas y una enorme ilusión por que seamos
nosotras las que les vamos a enseñar.
Al
finalizar las clases tenemos la gran suerte de ser invitadas por los profesores
al cumpleaños de una de las docentes: Miss Teozen. Cantamos el cumpleaños feliz
y compartimos un delicioso menú de ham rolls, philipino spaghetti y tarta de
chocolate. Así tenemos la oportunidad de compartir un grato momento con los
profesores y hablarles sobre la ONG y todas las grandes acciones que la Fundación
lleva a cabo alrededor del mundo y que seguro que seguirá creando en Filipinas.
Después
de un día tan ajetreado necesitamos dar un paseo por el barangay (barrio) del
colegio para poder seguir observando la parte oculta de esos uniformes blancos
inmaculados que los alumnos traen al colegio en contraste con la pobreza de los
alrededores. En el camino, nos paramos en una iglesia en la que sorprende ver
al Cristo en el altar con nidos en él.
Este
día agotador termina con un diluvio tal que no sabemos bien si sacar el
paraguas o ir guardando una pareja de cada especie en un arca, y así nos vamos
con la duda a la cama y a guardar a buen recaudo el mejor regalo que podíamos
haber tenido hoy:

















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