domingo, 29 de julio de 2018

VILLA... ¡¡¡MARAVILLA!!!


Todavía con todos los recuerdos que nos acompañan de Bacolod, el día comenzaba muy temprano en Quezon City. Habíamos quedado a las 5 am con la hermana Mercedes y con la hermana Ana Khan para asistir a la misa de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, situada en el barrio de Malate, donde antiguamente las hermanas Concepcionistas tenían una casa; una parroquia que este año celebra su 400 aniversario.
Pero, aunque os parezca que a esas horas íbamos a ir un poco dormidas... ¡¡qué va!! Ya se encargó Enci de despertarnos a todas y a ella misma, en especial. Aquí estamos muertas de risa, porque iba toda convencida a la cocina y no vio el cristal de la puerta, ¡así que imaginaos el golpe que se llevó ella y el cachondeo que teníamos las demás! De lo que no hay testimonio gráfico, es de su caída en una cascada, pero ¡haberla. la hubo!


A las 7, después de la eucaristía, poníamos rumbo a la Villa Escudero, una especie de resort, que perteneció antiguamente a una familia española dedicada a los negocios, y que ahora se explota con diferentes actividades.
El enclave es muy bonito y está todo muy limpio y muy preparado para el turismo.
Nada más llegar, nos dirigimos al museo; un lugar  peculiar, donde nos encontramos desde una colección impresionante de pasos de Semana Santa españoles hasta un montón de trajes típicos de diferentes países, pasando por unas cuantas vitrinas de monedas antiguas, cerámica antigua, métodos de enterramiento de hace unos cuantos años, también, y animales disecados de casi todas las clases imaginables. No dejaban hacer fotos dentro, una pena no poder mostrarlo, pero ya con la fachada del museo os hacéis una idea, ¿verdad? 

Después de ahí, como era pronto para ir a comer, que teníamos la reserva de 11 a 12, nos fuimos montadas en una carro tirado por un carabao, el buey filipino, a dar un paseo en barcas de bambú. No os podéis imaginar lo bonito del paisaje, con una vegetación frondosa y verde a los lados del río. Toda una señal de país tropical. 






Después del paseo, y ya totalmente acostumbradas a horarios filipinos, parecía que a las 11 ya nos habían entrado las ganas de comer, así que nos dirigimos al que, probablemente, sea el lugar más original en el que hayamos comido nunca. Las mesas estaban puestas dentro de un río, no muy profundo, a los pies de una cascada (la misma cascada de la caída de Enci, pero como no hay fotos...) Y allí también había preparado un buffet riquísimo. Esto último no tiene mucho mérito porque como ya sabéis a estas alturas, buena boca tenemos...
De verdad que el sitio era precioso y digno de ver y de comer allí. ¡Nos ha encantado! 









Hemos disfrutado también de un ratito de piscina antes de ver un espectáculo de bailes filipinos, que iban desde bailes indígenas hasta bailes con claras  influencias españolas, como una jota o sonidos de castañuelas. 







Después del espectáculo del baile, que nos gustó mucho también, nos preparamos para volver a Quezon City ¡y tragarnos tres horas de viaje! 

Al llegar nos estaban esperando las chicas en la casa de formación del noviciado. Hemos compartido con ellas la cena y muchas risas. Son unas jóvenes encantadoras y nos están haciendo estar como en casa. ¡Vaya suertaza que estamos teniendo en este país! 

Ahora. ya a descansar. ¡¡Gracias por leernos y hasta mañana!!

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