domingo, 29 de julio de 2018

EL PRINCIPIO DEL FIN

¡Buenas noches, familia!
Poco a poco, vamos completando nuestro proyecto. Este fin de semana no ha sido igual a los anteriores y es que, en realidad, no hay momentos idénticos y eso es lo que los hace especiales.
Nos hemos levantado pronto para acudir a la eucaristía. Los más madrugadores han aprovechado para tomar el primer café y así dirigirnos a la parroquia. Hemos celebrado el Día del Padre, porque, aunque parezca raro, hoy es el día en el que los dominicanos honran a sus ascendientes. Y si paramos y reflexionamos, vemos las diferencias entre la figura del padre aquí y allí, lo que impresiona y asusta al mismo tiempo.




Después, tras desayunar algo, nos hemos dirigido a las cuevas de Pomier, las cuales toman este nombre por un árbol característico de la zona, cuyo fruto es semejante a la manzana (pomme en francés).




Las pictografías de los taínos (hechas con carbón vegetal y grasa) se combinaban con curiosas estructuras moldeadas por el efecto del agua, donde reinaban las estalactitas y las coladas de calcita. Todo ello está amenazado, incluso después de implementar leyes protectoras, por empresas mineras que operan por la zona. Al fin y al cabo, parece que se valoran más cuatro piedras que pinturas de miles de años.





A continuación, hemos vuelto a Santo Domingo para comer, acompañados por Madre Dayana y Madre Lilian, y coger la guagua para volver a lo que ya podemos llamar nuestra casa. Cena con toques españoles, película en grupo y a la cama para acabar un finde movidito y coger energías para empezar la última semana.