martes, 31 de julio de 2018

LA NOCIÓN DEL TIEMPO


Cada día parece hacerse más difícil escribir unas pocas palabras sobre nuestro día. Se va haciendo más duro, se acerca el final poco a poco sin querer darnos cuenta. En la escuela lo que más se repite es el: “profe yo no quiero que se acabe la escuela de verano”. Tú no puedes hacer nada, ojalá pudieras parar el reloj y vivir estos momentos durante otro mes, como mínimo, pero como no podemos, solo toca responder un: “hay que disfrutar lo que queda y trabajar”. En el fondo y no tan fondo, nadie quiere que se acabe, y es que los momentos con estos pequeñajos cada vez son más especiales, el cariño se acumula y se nota.


Los talleres de esta semana son todo un éxito. A los niños les encanta, para ello no hace falta más que fijarse en cada una de sus caras. En el taller de primeros auxilios las vendas y las tiritas no faltan. Las máscaras con forma de mariposa son brutales y en el de baile las estrellas, los soles y las lunas en las caras de los niños llenan la clase de color.



Como siempre una comidita y para el Batey, aunque esta vez sin el tío Julio. Aquí queda un día menos de clase, y quieras o no se nota aún más, teniendo en cuenta que cada día aquí es un mundo. Las ganas de aprovechar cada minuto está a la orden del día, y no solo por nuestra parte.


Y sin habernos dado cuenta se acabó otro día sin mucha novedad, pero tan genial como siempre. El tiempo pasa, ya lo decíamos antes, todos desearíamos parar el reloj ahora mismo, y es que sin darnos cuenta ya estamos en nuestra última semana, y se hace difícil. A veces perdemos la noción del tiempo, y es que veníamos aquí por un mes, y lo largo que podía parecernos al principio un mes, la cantidad de cosas que nos creíamos que podríamos enseñar en un mes... Está claro que no se puede planificar con tanta antelación porque estos niños te echan todos los planes abajo, pero, los planes están para romperlos ¿no? No os podéis imaginar lo rápido que pasa aquí el tiempo, y lo que disfrutamos de cada segundo. Si algo nos han enseñado desde pequeños es que hay pocas cosas que no se pueden comprar, pero hay solo una que no se puede recuperar, es el tiempo. Dicen que cuando le dedicas tu tiempo a alguien le estás regalando lo más valioso que puedas llegar a tener sin que te des cuenta. Ahora nos paramos y pensamos, todos regalariamos nuestro tiempo y no solo a los niños, sino a toda las familias que hay detrás.




Ojalá les pudiéramos regalar algo más que tiempo.
Nos quedamos con las sonrisas que ellos nos regalan, con las carcajadas por esas cosquillas por las que se mueren, con la venta de sacos de patatas a lo que tanto les gusta jugar, con las flores arrancadas o las cartas escritas a su manera, con cada abrazo a la llegada o a la despedida, en definitiva con cada minuto, porque eso es lo que en realidad vale.