jueves, 2 de agosto de 2018

MÁS Y MEJOR



Estamos en la recta final de nuestro proyecto, y aunque estamos cansados de la actividad, se nos nota la melancolía y la tristeza en el semblante, pues ya nos quedan pocos días para volver a España. Son muchas las personas y los momentos que en unos días quedarán en nuestra mente y en nuestro corazón.

Nos despertamos como todos los días, sobre las 6:30 h y tras adecentarnos tuvimos nuestro rato de oración personal en la capilla. Un momento para pedir fuerzas para afrontar el nuevo dia, y a la vez seguir dando gracias por todos lo vivido.

Tras el desayuno, pusimos rumbo a la escuela. Hoy no iba a ser un día más, era nuestro penúltimo día y teníamos muchas actividades aún por hacer con los alumnos.

Las clases en general, han sido un tanto distintas, hemos trabajado las materias a través de diferentes juegos: dominó, cartas, globos…



Hoy, ya no hemos tenido talleres, y en ese rato antes de irnos a casa, hemos estado ensayando en la pista uno de los bailes que los niños han estado ensayando con sus profes Elena y Teresa en las semanas anteriores.

Al principio, nos costó un poquito que cada niño se ubicaran en su lugar, pero después ya parecía nos salía solo. Profes y niños bailando al son de la música de la canción “Madre Tierra”. Daba gusto ver sus caras de alegría. Era un momento de familia compartido.



Lo más difícil del día, nos venía por la tarde, la despedida de los niños del batey "La plaza" y del batey "La huse". Una tarde más, fuimos al batey "La huse" a recogerlos con la furgoneta. Es maravilloso y muy gratificante ver como corren hacia el coche cuando nos ven llegar. Los niños gritando de alegría, pues les hemos quitado más de 1h de sol andando por esos caminos de tierra y caña de azúcar.


La tarde era especial para todos, tras la merienda en las clases, tuvimos un rato de juegos por clase: toma tomate, Mickey mouse, juegos de cartas, el director de orquesta…


Después, Madre Ana Isabel y el tío Julio fueron repartiendo ropa por la clases. Todos se iban contentos por lo recibido: una camiseta, un pantalón, un pijama, un vestido… daba igual lo que fuese, lo importante era el poder estrenar ropa que sus profes españoles le habían traído desde tierras muy lejanas para ellos.



A media tarde, hicimos juegos, pero a diferencia de otras tardes, estábamos todos un poquito más nerviosos, pues sabíamos que iba a ser nuestra última tarde. Jugamos a la cuerda, al pañuelo, competiciones con globos… cualquier juego era bueno para pasar un buen rato disfrutando de los amigos del batey.


Y tocaba rematar la tarde, cada profe con su grupo, se reunía en su aula para despedirse de forma personal. Mientras les entregaban un pequeño recuerdo, los niños iban pidiéndonos volver el próximo verano. Sus palabras más frecuentes eran: “profe los añoraremos”, “profes vuelvan el verano siguiente”, “profe, ustedes han sido buenos con nosotros”... y uno tras otro, iban reblandeciendo aún más nuestro corazón. Era un cúmulo entre nervios, añoranza, pena y alegría por todo lo vivido.


Queríamos destacar que a pesar de tener lo mínimo, su generosidad es desbordante. En sus mochilas había regalos y más regalos para sus profes. Unos nos deleitaron con mangos y aguacates para llevar a España, y  otros con arepas recién hechas. Nuestras caras de asombro les producía mucha felicidad, pues sus profes estaban más que contentos con sus regalos.


En la vuelta, hubo momentos de todo. Cada uno expresaba su separación de esa realidad como mejor podía: unos cantando, otros en silencio y pensativos, otros comentando lo que los niños habían dicho…. cada uno lo expone según su vivencia personal.

Y tras esos 20 minutos que separan ambas realidades, llegamos a casa. Una tarde más nos estaban esperando Madre Ángeles y Madre Dolores. Su sonrisa siempre, sus palabras acogedoras al recibirnos como cada tarde, han hecho que volvamos a encender esa llamita de ilusión por lo que aún nos queda, que sin lugar a dudas es más y mejor que lo vivido hasta el momento.


Si hay algo que en estos días estamos descubriendo es que cada día es único, distinto y sorprendente. Que si crees que nada te puede sorprender, déjate mimar por las circunstancias, y estas te harán vislumbrar que cada minuto, cada segundo en este país de contrastes es una nueva oportunidad para seguir dando gracias a Dios por el don de la vivido.